Morro Colorao, el restaurante donde el carbón y la leña toman el mando de la cocina.
Un concepto único en Gran Canaria donde la cocina del fuego aporta sabores y matices diferentes a los productos del mar, de la tierra y muy especialmente a sus arroces, que no podrán parar de comer hasta dejar la paellera limpia. Permítanme que hoy les lleve de la mano por Morro Colorao, un local con fuego en el corazón y que transforma lo mejor de su despensa en auténticos deleites para el comensal cocinando con una de las técnicas más difíciles que conozco, la del fuego. Brasa Morro Kike Espino empezó su andadura profesional como chef y empresario en el Restaurante Triciclo donde la cocina catalana que tanto se le clavó en el alma durante su estancia allí se fusionó con su manera de ver el producto canario posicionándolo como un auténtico referente en la calle La Pelota. A continuación llegó Manuela Jimena, lo más parecido a un bar madrileño de toda la vida que tenemos en nuestro imaginario colectivo con una gran colección de vermouth, una barra de ensueño, un acogedor salón y una propuesta gastronómica que va desde la inigualable tortilla de papas a los mejores mariscos recién llegados de su punto de origen. Pero su sueño cerró el círculo con Morro Colorao, según palabras propias de Kike, “el lugar que siempre quise levantar pero que hasta ahora no me había atrevido a hacer, es como ese pequeño rincón al que entre todos los que formamos parte del mismo queremos llevar a realizar cosas que no son habituales en la isla”. Salón Morro Ya les digo que Morro Colorao tiene un concepto, propuesta y contenido que daría para mucho más de un artículo, pero voy a intentar resumirles los puntos más interesantes de cara a animarles que le den una oportunidad, y como en las mejores películas, no destriparles todo el argumento, o lo que sería en este caso, toda la carta. Empezaría describiéndoles el espacio, nos encontramos en una casa protegida del entorno de Vegueta, haciendo trio con sus hermanas mayores que son las casas de Manuela Jimena y Triciclo. En Morro lo que primero impresiona es su cocina abierta en medio del salón de la planta baja y justo al lado de su coqueta terraza. Las brasas en distintas formas y tamaños ya hablan por sí solas. En la segunda planta encontramos uno de los puntos más interesantes que yo haya visto en Canarias de cara a cocinar el arroz como es su cocina de leña donde se cuecen los arroces al momento, 18minutos de media por cada uno de ellos, y donde ver las llamaradas o percibir si les permiten acercarse el aroma de la leña de sarmiento (procedente de Tejeda) hará que puedan entender y apreciar aún más sus arroces, de los mejores del archipiélago, pero de ellos les hablaré después. En la tercera planta un salón más tradicional, con pequeños balcones individuales y una serie de mesas o espacios repartidos en mesas redondas para varios comensales o mesas cuadradas para parejas, familias o pequeños grupos de personas. Como bonus track les adelanto una primicia, en los últimos días de octubre tomará forma en fondo y forma “la Barra de Morro”, un enclave único justo al lado del equipo de cocina y con una propuesta dirigida en exclusiva para la misma. “Es el único espacio que no tendremos reserva previa, la gente que venga y les apetezca podrán ponerse a comer de una manera más informal en ese ambiente que siempre da una barra y que en Manuela Jimena nos ha ido tan bien. Tras el rodaje inicial ya toca darle forma a este nuevo espacio, estamos deseando compartirlo con toda nuestra clientela” me confesaba Kike con brillo en los ojos. De hecho, la parte de los arroces y carnes que leerán al final tuvo lugar en esta barra y ya estoy deseando volver a la misma. Barra Morro Ya les adelanto que para escribir esta crítica he tenido que visitar dos veces el restaurante porque en una sola es imposible conocer todo lo que aquí se ofrece y eso es una gran ventaja ya que no me cabe duda que cuando vayan por primera vez al terminar ya estarán pensando en su próxima visita. Comienza el despliegue por todo lo alto gracias a la Ostra en Flambadou, donde se busca mediante la brasa el aportar más intensidad al producto en cuestión cosa que aquí ademas llevan hasta lo sublime añadiendo una suave grasa de vaca a la ostra con un resultado que da lugar a la que quizás sea la mejor ostra de toda Gran Canaria. No concibo una visita a esta casa sin empezar con ella, así de rotundo. Ostra El fuego a través del carbón hace realzar cada plato que llega a la mesa. El mar y montaña en una ensalada de espárragos trigueros, acelgas, puerros y pulpo ahumado o uno de los hits de la casa como esa la empanadilla de carne mechada al estilo Morro Colorao con chimichurri de tomates secos que son platos de toma pan y moja. Elegante y sobrio el steak tartar con tuétano asado y para ponerles un piso sus croquetas de pollo a la leña con pesto de cilantro, plato con el que me voy a detener un poco más. Estas croquetas de pollo no son “normales” en su elaboración. Si tienen suerte y acuden un día donde las aves estén al fuego las podrán observar en lo alto de la parrilla durante todo el servicio de día y noche porque se van cocinando a fuego muy lento, nunca mejor dicho, porque solo los toca el calor residual de las brasas donde se cocinan los platos del día. Al día siguiente se despiezan, bolean y dan forma por lo que cuando se lleven una croqueta de esas a la boca, la cabeza les volará en mil pedazos, no son líquidas, son un rebozado de auténtico pollo a la brasa dentro. Croquetas de Pollo En unas brasas como estas no podrían faltar las mollejas,
Morro Colorao, el restaurante donde el carbón y la leña toman el mando de la cocina. Leer más »








