Desconectado ya de la vida pública hace unos años, ha sido uno de sus hijos, David Bouzón, quien dio la triste noticia por Instagram.
David Bouzón, uno de sus hijos, se despedía de Pepe así en Instagram, “Se nos fue Pepe Bouzón, nuestro viejo. Un tipo con una energía imparable, a veces como la de un toro de miura, difícil de domar. Siempre apostaba por más, un emprendedor de alma que dejó marca allá por donde pasó y supo asentar un modelo de hostelería sin precedentes en la isla de Gran Canaria”. Continuaba David diciendo que “Nos deja un vacío enorme, pero también una estela de historias, proyectos, aprendizajes y otras muchas cosas difíciles de olvidar. Lo vamos a estar velando en la sala 102 del Tanatorio de San Miguel y queremos invitar a todos los que quieran pasar a acompañarlo en su despedida”.

Los que ya peinamos canas y empezamos a frecuentar la vida nocturna, cuando existía vida nocturna, en Las Palmas de Gran Canaria teníamos en la barra del Rías Bajas ese lugar que podía ser como nuestro “Cheers” particular, siempre que ibas sabías que a alguien te ibas a encontrar.
Pero lo que nunca fallaba allí y aún retumba en mi memoria es a Pepe saliendo de la cocina, con su chaquetilla blanca y cantándote lo que tenía preparado para la barra en esa jornada.
Fueron muchas horas con amigos, previas o coger fuerza durante los carnavales, parada obligatoria para empezar la noche o adentrarte en ella o disfrutar de la mesa en familia o en comidas de negocios. Sea como fuera, allí siempre tenía Pepe una palabra para sacarte esa sonrisa cómplice.
Hoy la noche de Las Palmas de Gran Canaria es una mala sombra de lo que fue, solo los que pasamos de los 40 sabemos la suerte que tuvimos y en ello tuvo mucho que ver la emprendiduría y saber de esa generación que no miraba la hora cuando encendía sus fogones o abría sus negocios, eran felices haciendo felices a los demás.
A sus casi 75 años de edad, tras haber traspasado el negocio allá por el año 2017 y con sus hijos haciendo carrera fuera, David Bouzón lleva el apellido con orgullo y el saber que su padre le imprimió en lo que hoy es el Restaurante Salyviento (Arinaga), Pepe nos deja a todos un poco más tristes, con esa barra de verdad más vacía y a la hostelería de toda la vida “un mucho” más huérfana.
La arrancadilla va por ti, Pepe. ¡GRACIAS POR TODO Y POR TANTO!
