Javier S Gastro

El Ayuntamiento de LPGC clava una estocada de muerte a la hostelería de una zona de Guanarteme.

Dramatica situación la que se obliga a afrontar al sector hostelero de una zona de Guanarteme, que con la decisión unilateral del Ayuntamiento LPGC de obligarles a cerrar las terrazas a las 22pm significa una condena segura a centenares de familias que viven gracias a esos negocios y han ayudado a dar vida durante décadas a nuestra ciudad.

Un comunicado lanzado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria anunciando por sorpresa que el BOP (Boletín Oficial de la Provincia de Las Palmas de la entidad capitalina va a ejecutar el cierre de las terrazas de restauración a las 22pm en la zona de Joaquin Costa, Lucas Navarro, Fernando Guanarteme, Los Martinez de Escobar y la Plaza de Los Betancores ha supuesto un golpe de proporciones aún desconocidas pero sin duda, terroríficas, a un sector hostelero que se siente ultrajado, engañado y maltratado por las autoridades capitalinas.

La Asociación de Restauradores de Gran Canaria, ARES, denuncia en un comunicado que, tras meses de buscar consenso y medidas conciliadoras, el Consistorio ha actuado de manera unilateral, ignorando a empresarios y afectados directos por la medida, y rompiendo el compromiso previo de reunirse y explorar alternativas menos gravosas. Esta ausencia de debate efectivo pone de manifiesto la ineficacia y pasividad municipal, que no ha actualizado estudios acústicos ni se ha esforzado en encontrar soluciones justas, recurriendo a datos de 2022 en lugar de evaluar la realidad actual de convivencia en el barrio.

La imposición del cierre a las 22.00 horas representa un golpe directo a la economía de la restauración local, precisamente en el horario de mayor facturación y empleo. Numerosas familias dependen de estos negocios, y la medida amenaza su sustento analizando sólo una parte del problema—el ruido—sin considerar el impacto sobre la economía, la vida del barrio, el turismo ni el bienestar social de una zona eminentemente hostelera. La hostelería, tras años de pandemia y crisis inflacionaria, había recuperado parte de su actividad y precariedad, y este nuevo cierre anticipado supone retroceder, agravando la situación de vulnerabilidad y abandono del sector.

ARES y otras muchas voces del sector han defendido públicamente la búsqueda de alternativas como la reordenación de terrazas, mayor control técnico sobre el ruido, mejoras en la limpieza y vigilancia, limitaciones graduales según la incidencia, mediaciones entre partes y otras medidas que no implican la destrucción de la actividad. Sin embargo, el Ayuntamiento ha rechazado estas vías y sólo ha cedido a la presión judicial, privando tanto a empresarios como a vecinos de una solución que respete el equilibrio y la convivencia real de intereses en Guanarteme. 

Dirigentes de ARES recalcan que no debe olvidarse que la Justicia ha anulado previamente intentos de limitación horaria por vulnerar el derecho de audiencia y participación de los negocios afectados, dando la razón a restauradores para mantener horarios hasta medianoche en días laborables y una de la madrugada en festivos. Adoptar ahora una medida sin un proceso de información pública ni estudios técnicos actualizados refuerza el riesgo de nuevos litigios y tensiones sociales, en vez de avanzar hacia el consenso, previsión y garantía jurídica que demanda la ciudadanía. 

Desde ARES se echa en falta el posicionamiento rotundo y claro de la FEHT, “hace meses que no sabemos nada de ellos y hoy tampoco han dado señales de vida, será que para ellos lo importante son los hoteles y no la restauración, algo que llevamos denunciando desde que constituimos esta asociación”. 

Como periodista gastronómico y defensor del tejido económico y social de Las Palmas de Gran Canaria, me parece inaudito la situación a la que estamos llegando,  que la política municipal prescinda del diálogo y tome decisiones desde un despacho, ignorando la pluralidad de intereses que conviven en Guanarteme. 

En los últimos años, con el COVID de por medio, el sector sufrió el que ha sido para muchos, peor concejal de Urbanismo en la historia de la ciudad, Javier Doreste (PODEMOS), que vivió peleado con el sector. Sería una pena que el actual, Mauricio Roque (PSOE) siguiera esa línea donde tendríamos una gran perdedora, la maravillosa vida que Las Palmas de Gran Canaria ha tenido durante toda su historia.

Limitar el horario de las terrazas hasta las 22.00 horas, en vez de apostar por soluciones innovadoras, condena a negocios, trabajadores y clientes a la precariedad y la exclusión, sin avanzar en la verdadera conciliación del descanso vecinal y la economía local. 

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