Se decía que íbamos a salir mejores de la pandemia, pero si atendemos a la gran cantidad de mesas que los clientes dejan de ocupar sin avisar, yo casi diría que hemos salido peores.
En medio de la Semana Santa y justo apurando las últimas horas antes de cerrar el ordenador y tomarnos un descanso en “los fogones” de cara a retomar fuerzas para lo que se avecina, hay algo que llevo tiempo dándole formas en como contarlo y lo que el cuerpo me pide es hacer un artículo de opinión al respecto de uno de los grandes males que azota al sector hostelero a día de hoy, el “no show”, o como diríamos en casa, “plantón”, “pegar la negra” o el “escaqueo” puro y duro a la hora de no aparecer en el restaurante a la hora de la mesa reservada.
No pasa una semana sin conocer casos sangrantes al respecto y los mismos azotan por igual a los restaurantes con Estrella Michelin como a esos pequeños establecimientos donde dejarles con la mesa colgada es mucho más que no vender la misma, es marcar ese punto de inflexión donde el restaurante es rentable o deja de serlo. Tengan en cuenta que no es tan fácil como algunos quieren ver y no siempre es posible ocupar esa mesa que no ha aparecido por otra de clientes que pasen por allí. Todo el trabajo de compra de producto en el mercado, producción, etc ya preparado desde primera hora del día con vistas a que el comensal disfrute, queda condenado no ya a ser tirado a la basura, sino a perder el dinero y la inversión realizada a tal efecto. O en otras palabras, una mesa que no se presenta puede llevar a pérdidas el resultado de una semana entera de trabajo y les aseguro que esto está pasando a día de hoy.
Hace unos meses una de las profesionales que más respeto y valoro de nuestra tierra me llamaba preocupada desde su pequeño rincón, “Javier, anoche me pasó algo que jamás había vivido, una mesa que no apareció y a la que estuvimos llamando a ver si había pasado algo, nos reconoció que a última hora decidió cambiar de restaurante ya que tenía otra reserva hecha y se quedó tan ancha”. Pero ahí no termina la historia, ya que al pedirle explicaciones, esa persona reconoció que “es lo que hay, si tienen que cobrarme la mesa por no haber ido, háganlo, pero yo de donde estoy no me voy a mover”. Dicho y hecho, esta grandísima profesional, de las mejores que tiene Canarias, le cobró dicha mesa, como debe ser, porque el cliente había cometido fraude. Y lo digo bien alto, me parece FRAUDE, en mayúsculas, ya que está jugando con el negocio, pan y trabajo de los demás.
Lo que sucedió a continuación fue una campaña de ese cliente desacreditando al restaurante y a la profesional en cuestión en redes sociales con la intención de que le devolvieran el dinero que ella misma había autorizado a cobrar el día antes en un acto de soberbia. Pues desde aquí quiero decirle, por si en algún momento lo lee este cliente, que Roma no paga a traidores y que personas que actúan como usted son una pandemia enquistada, enfermiza y dañina para un sector que se deja su vida para hacernos felices a los demás. A esa profesional que pasó varios días de pesadilla lo único que hay que decirle es GRACIAS por hacer tan grande la profesión que ejecuta día a día.
Esta historia se repite de una forma u otra a través de toda Canarias porque no sé cual es la razón de que el sector aún no se una de forma rotunda y firme de cara a digitalizarse, pedir las tarjetas de crédito cuando se reservan mesas y actúen todos de la misma forma, atreviéndose y comprometiéndose a pedirlas ya que aquí nadie está libre de estas malas praxis, lo que hoy le hacen a tu vecino, mañana te lo harán a ti. No pienses que eres diferente o que a ti no te preocupa esa mesa porque vendrá otra que te la llenará. Un día eso no sucederá y ahí vendrán las lamentaciones.
Aquí el cliente NO tiene la razón, es más, el buen cliente sale perjudicado por unas personas que no tienen la más mínima empatía, respeto y educación hacia la difícil situación que el sector vive hoy con unos precios disparados que no se pueden repercutir en las cuentas, unos gastos fijos que les comen los márgenes de beneficio y una acuciante falta de personal en cualquiera de los puestos que el sector requiere y necesita.
El que no acudan a una mesa reservada sí es un problema grave, de ahí que si esta semana tienen pensado reservar mesa en un restaurante y por los motivos que sean no van a acudir, por favor, avisen y cancelen esa mesa.
Piensen en como se sentirían ustedes si van a cocinar en casa para su pareja, familia, amigos o quien sea y que estos comensales decidan que “mejor pasar el día en …” y no los avisaran para que se pudieran organizar, congelar lo que ese pudiera estropear, permitirles hacer otras cosas y no cocinar cosas que después o se comen o tendrán que tirarse a la basura, ¡¿como se sentirían?! Pues eso y como diría Don Manuel, “quien lo quiera coger, que lo coja”.