Para todos aquellos canarios que visiten San Sebastián con motivo de Gastronómika o incluso como guía para cuando visiten la ciudad, estos son 5 bares son lugares de apuesta segura para disfrutar de un pintxo de verdad.
San Sebastián es una ciudad maravillosa, para quien les escribe es quizás la ciudad más bonita de España tras la mía, Las Palmas de Gran Canaria. Pero es que en San Sebastián además se come muy bien aunque el éxito desmedido de la ciudad está afectando a lo que era el espíritu donostiarra de pintxos para compartir en compañía por la gente de la ciudad.
El tsunami de turistas que la ciudad vive en estos momentos está poniendo en riesgo la calidad que los establecimientos pueden ofrecer, de hecho cuando hablas con la gente de la ciudad te muestran su hastío, “ya no podemos comer la tortilla del Néstor en su apertura porque hay 200 guiris haciendo cola desde las 11 de la mañana”, “la calidad de los pintxos se está perdiendo porque en muchos locales son pan con cosas y preparados desde la mañana” o la última que he visto y oído este año, “lo de la tarta de queso de La Viña ya no es que haya volado por las tartas de queso de toda España, es que han terminado por abrir un obrador para vender únicamente sus tartas de queso y eso no es lo que era La Viña”.
Y permítanme decirles que creo que tienen razón en su preocupación y me alineo al lado de ellos, tener turismo que enriquezca la ciudad es tremendamente positivo pero todo tiene que tener un punto medio porque si con eso se consigue que el espíritu de la ciudad se pierda, todo quedará en pan para hoy y hambre para mañana. Ojalá San Sebastián y quienes la gobiernan logren encontrar su punto justo, la ciudad y su maravillosa gente lo merece. Pero permítanme desde aquí que intente darle la vuelta a la situación y me centre en la gente de mi tierra, Canarias, que va a visitar la ciudad bien en Gastronómika o durante cualquier época del año gracias a los vuelos directos de BINTER Canarias que unen ambas ciudades, para ustedes les dejo un pequeño listado de establecimientos donde la gente de la ciudad sigue yendo a comer y beber para disfrutar, uniéndonos a ellos es como podremos descubrir la verdad del sabor de Donosti, una ciudad que se come a bocados.
Bar Antonio es un clásico de la ciudad y que incomprensiblemente por mi parte he venido a conocer 10 años después de mi primera visita a la misma. Mientras estaba compartiendo un almuerzo con amigos donostiarras y madrileños salió el mismo a la palestra y fue Luis Suárez De Lezo quien me llevó de la mano a que conociera la que para él y su familia “es una de esas tortillas que podemos comer todos los días sin aburrirnos, pero es que es mucho más, un lugar donde siempre soy feliz, es como mi casa”.
Y tras conocerlos un miércoles por la mañana en pleno Festival de Cine de San Sebastián y degustar esa tortilla, repetir en el almuerzo ese mismo día para conocer sus pintxos, tapas y raciones elaboradas todas al momento y convertirlo en mi rincón de desayuno cada día hasta mi vuelta, puedo garantizarles dos cosas. La primera es que ya me siento parte de la familia de Humberto, Jose, Javi y todo el equipo del Bar Antonio, la segunda es que cuando prueben la tortilla de 35 huevos, cebolla caramelizada, pimiento verde y una papa de calidad se darán cuenta del por qué esta tortilla es leyenda para quienes la prueban. Me decía Luis y tenía razón, «no es la más bella pero no conozco otra mejor», cosa que suscribo ya que tiene sabor, potencia y jugosidad sin necesidad de ser una sopa de huevo con papas.
Pero Bar Antonio es mucho más, sus antxoa elaborada en salazón propia, la cecina de Wagyu procedente de una ganadería vasca que está criando sus propios animales, el pintxo de ravioli con gamba en salsa de Martini Blanco, (que todo sea dicho de paso, está para bebérsela a botellas de litro) son bocados de película. Y para los amantes de la carne, palabras mayores un pintxo de rabo de toro envuelto en pasta brie que es para salir por la puerta grande.
Y ya para rizar el rizo, si tienen suerte y consiguen mesa en su pequeño y coqueto comedor ubicado en la planta baja no se pierdan la vieira a la plancha con puré trufado de papas y habitas en la base, las cocochas en tres cocciones o los hongos de temporada con su yemita de huevo como mandan los cánones. De postre, una torrija de película de Oscar que pueden disfrutar tanto arriba en la barra o mesitas altas como abajo.
Así es Bar Antonio, he empezado a hablar de sus pintxos y mi memoria gustativa me ha hecho llegar hasta toda la carta, tienen dos establecimientos en la ciudad pero yo les recomiendo encarecidamente el original, donde comenzó todo, que encontrarán en la c/Bergara número 3. Su Instagram es @antoniobarss.
Pero les prometí varios lugares de pintxos para disfrutar en San Sebastián y aquí van algunos más como son Casa Urola, donde Pablo Loureiro les hará disfrutar con su cocina preparada al momento y siempre con todo elaborado con el mayor de los cariños.
Llegar a primera hora y sentarte en un pequeño huequito hizo que pudiera darme un pequeño homenaje poniéndome en sus manos con un tartar de tomate con bonito de temporada que estaba para comerlo en bucle durante toda la semana, un pulpo a la brasa que desprendía aroma, punto de cocción y sabores a partes iguales o unos huevos rotos con gambas de cristal que me hicieron repetir pan.
Pero Casa Urola es más que un bar de pintxos, es lo que usted como comensal quiera elegir. Si sube a la parte alta es un restaurante con cocina vasca tradicional pensada para hacer disfrutar a lo grande, pero ojo, reserve porque siempre se llena. Abajo es todo más informal en el buen sentido porque la preocupación por elaborar los pintxos y tapas al momento sigue intacta. Otro de mis imprescindibles en la parte vieja de la ciudad, su Instagram es @casaurola.
Hablar de Bares y Pintxos en San Sebastián y no incluir a Ganbara sería dejar un libro a medias o una película sin final. Ganbara es para muchos el mejor bar del mundo y aunque yo no esté en esa liga, sí lo considero uno de esos sitios que siempre visito cuando piso Donosti. Sus pintxos sin pan elaborados al momento como el chipirón, la tartaleta de Txangurro o sus piparras son bocados que siempre tengo en mente, pero si algo me viene a la memoria cuando pienso en Ganbara son sus hongos y setas en temporada. Una imagen, en este caso dos, vale más que mil palabras.
Para terminar esta pequeña ruta les voy a dejar por dos lugares que he descubierto este año 2024 también. Por un lado, el Bar La Espiga, lugar con magia pura en sus paredes, con un servicio de bar de verdad incluido la escasa simpatía de alguno de sus camareros, pero donde ir a probar sus antxoas de Guetaria en media ración con un “vermouth preparado”, pídanlo y déjense llevar, son motivos más que de sobra para conocer esos sitios donde la gente de la ciudad es feliz.
Y si empecé este artículo deteniéndome con calma con el Bar Antonio voy a cerrar el mismo con un clásico de la ciudad que cerró sus puertas hace tiempo y que ha vuelto a ver la luz con la mano del chef italoargentino Paulo Airaudo, quien comenzó su andadura en la ciudad con Amelia Restaurante a la que hizo triunfar con 2 Estrellas Michelin por primera vez en la ciudad vasca tras 19 años y que se ha propuesto realzar el Ibai a través de los mismos caminos. Y o mucho me equivoco, o estoy seguro que lo conseguirá porque a tezón, talento y trabajo no le gana mucha gente.
Pero si bien de la cocina de Ibai ya me detendré con calma en otro artículo, permítanme dos consejos claros como son el que no desaprovechen la oportunidad de ir a almorzar a la carta o menú degustación del restaurante si tienen tiempo durante este Gastronómika porque lo que sentí almorzando me recordó lo que vive en Amelia antes de que le dieran su primera Estrella Michelin.
Lo segundo es decirles que su barra de pintxos y bar tiene el alma y el personal de esos rincones de siempre, donde uno se siente en casa nada más cruzar las puertas y tiene una tortilla o la ensaladilla, para tomar el pan y dejar el plato limpio. Su Instagram es @ibai.donostia.
Y si por la noche tienen ganas de desengrasar un poquito, pasarlo bien y redescubrir uno de esos garitos donde mucho más allá del licor que llene la copa hace que el ambiente les haga sentir que seguimos vivos el nombre está claro, El Museo del Whisky, donde como el propio nombre indica tiene la mayor colección al alcance de esa bebida que puedan imaginar, cosa que para personas como yo puede ser una barrera porque no me gusta, pero también tenía para elegir las mejores bebidas del sector con un ambiente único y especial en la parte baja del local donde se unen piano, karaoke, pista de baile y sobre todo, ganas de pasarlo en grande.
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